Las ciudades son sistemas complejos que existen para resolver muchos problemas humanos simultáneamente. Proporcionan empleo, vivienda, educación, cultura, salud, ocio, organización y gobierno. A lo largo del tiempo han evolucionado hasta convertirse en epicentros económicos y sociales que fomentan soluciones innovadoras a los retos de la sociedad al tiempo que crean nuevos retos a su paso. Ahora vivimos en una era urbana que se enfrenta a una crisis climática. Es más importante que nunca que concentremos nuestros esfuerzos en hacer las cosas bien en las ciudades.

A nivel local, la toma de decisiones suele organizarse para responder a estas diferentes necesidades en estructuras compartimentadas, examinando de forma limitada cuestiones como el transporte, la gestión de residuos, el drenaje, los parques, el agua, la educación, el uso del suelo, el desarrollo económico y la vivienda, todo ello de forma independiente.

Esta organización compartimentada no tiene en cuenta la naturaleza polifacética de muchos de los problemas que los gobiernos municipales intentan resolver e ignora la oportunidad de una planificación integrada para que las inversiones, los programas y la prestación de servicios sean más eficientes y beneficiosos para todos los sectores, creando una situación beneficiosa tanto para la administración municipal como para los residentes.

Para tener más impacto, la planificación urbana integrada propone un tipo diferente de toma de decisiones para las ciudades, en el que los actores clave de diferentes partes y niveles de gobierno colaboran para tomar decisiones juntos, y

crear proyectos y servicios que maximicen el uso de los impuestos creando beneficios en cascada: sociales, económicos y medioambientales. Además, la planificación urbana integrada propone enfoques integradores en los que la sociedad civil y las poblaciones minoritarias son actores clave en el proceso de toma de decisiones.

La planificación urbana integrada nos permite explorar cuestiones como la forma de abordar el crecimiento urbano, conectando al mismo tiempo a las personas con empleos sostenibles y proporcionando una prestación de servicios equitativa y justa, conservando al mismo tiempo ecosistemas y recursos clave. Para hacerlo con eficacia, los datos deben estar en el centro de este tipo de cuestiones. Las ciudades deben reconocer la oportunidad y las limitaciones de los datos para ayudar en la toma de decisiones, aprovechando los conocimientos locales, incluidas las comunidades vulnerables e indígenas, la recopilación y coordinación interinstitucional de datos y las mejores prácticas de gestión y actualización de datos.